El veterano de la II Guerra Mundial, Martin Adler, logró reunirse con los tres niños que salvó, hoy en día ya tienen 80 años.
Martin Adler, tenía 20 años de edad cuando participó como soldado estadounidense durante la Segunda Guerra Mundial. Estuvo participando en una misión en un pueblo de Italia, bajo la influencia nazi. En ese momento, dio con tres niños que se estaban escondiendo en una canasta y fue así como este hombre que ahora tiene 97 años, conoció a los pequeños.
Se trata de tres hermanos, Mafalda, Giuliana y Bruno Naldi, quienes dejaron de ser niños hace ya muchos años, ahora son ancianos octogenarios. Adler voló desde Florida, Estados Unidos, hasta Bolonia, Italia, para poder reunirse con los tres ancianos a los que salvó cuando niños de la influencia nazi que implantó el régimen de Benito Mussolini.
Ahora, tras varias décadas, el veterano Martin Adler, se ha reencontrado con ellos, luego de un viaje en avión desde su casa en Boca Raton, Florida, EE.UU, hasta el aeropuerto de Bolonia. El viaje lo realizó con una fotografía en blanco y negro que llevaba en la mano, donde aparece él muy feliz y sonriente con tan solo 20 años, en compañía de los tres niños italianos.
La foto fue tomada en un rincón de la aldea de Monterenzio, ubicada a unos 31 kilómetros al sur de Bolonia. Se reunieron entonces con quien, 77 años después, los salvara y les regalara varias barras de chocolate norteamericano.
La prima y última vez que se vieron los cuatro, fue en 1944, año en el que, para su sorpresa, se asomaron tres pequeños rostros infantiles en una enorme cesta de mimbre, lugar donde su mamá los había escondido cuando se acercaban los soldados.
Cuenta Adler que entró a la casa de la mujer con su ametralladora en la mano y al escuchar un ruido apuntó hacia la canasta pensando que era un soldado alemán. Relató que, “La madre, Mamma, salió y se paró justo frente a mi arma para evitar que disparara. Puso su estómago contra mi arma y gritó: ‘¡Bambinis! ¡Bambinis! ¡Bambinis!’ golpeando mi pecho. Ella fue un verdadera heroína, la madre, no yo. La madre fue una verdadera heroína. ¿Te imaginas que estás parado frente a una pistola y gritas: ‘¡Niños! ¡No!’”.
El anciano veterano aún tiembla al recordarlo.
