Aseguran algunos estudios científicos, que la masa con la que se elabora el conocido Pan de muerto no hace subir de peso.
Cada porción de este pan solo contiene unas 53 calorías, mucho menos que una ensalada de frutas. Pero ¿cuál es el origen de este dulce? El Pan de muerto, es originario de México y es muy común durante la época cercana al Día de los Muertos.
Las variantes que llevan los panes son con rellenos dulces o salados, aunque el original, consiste en una masa a la que se le espolvorea azúcar por encima, una vez que estén horneados.
Cuando escuchamos la combinación de masa y azúcar, enseguida se nos viene a la mente la palabra “gordura”, pero la realidad es que la especialista en Obesidad y Nutrición, Laura Cristina Badillo, asegura que éste no produce para nada estos efectos de aumento de peso y que es mucho más sano que otros alimentos.
La especialista asegura entonces que: “El pan de muerto es un cereal complejo, que aporta energía útil durante más de una hora, pues al no tratarse de azúcar simple, la persona puede quemarlo en dos o tres horas de actividad lenta; es decir, sin necesidad de hacer ejercicio”.
Ya sabemos que existe esta delicia y que la podemos comer sin remordimientos porque no engordaremos, pero ¿cómo se hace? Simple, mira bien esta receta:
INGREDIENTES:
- 500 gr de harina de trigo
- 150 gr de azúcar
- 1 cucharadita de sal
- 1 cucharada de levadura instantánea
- 3 huevos
- 1 cucharadita de esencia de azahar
- Ralladura de un limón
- 150 mililitros de agua de cempazuchitl
- 250 gr de mantequilla
- 1/3 taza de mantequilla fundida para el acabado
- 200 gr de azúcar para espolvorear
PREPARACIÓN
Se mezclan la harina, el azúcar, la sal y la levadura, luego se extiende sobre la mesa haciendo una cavidad en la que se añadirá los huevos, previamente mezclados con la esencia de azahar y la ralladura de limón, para comenzar a amasar.
Mientras se va a amasando, se puede ir agregando la leche o el agua de cempazuchitl. En 20 minutos se obtendrá una masa homogénea. Es hora entonces de ir incorporando la mantequilla y se continúa amasando hasta que la masa se despegue de la mesa.
Esa masa se dejará en un tazón para esperar a que fermente y doble su tamaño, una vez que ya esté aumentada, se debe cortar en pedazos del tamaño de un puño. Solo resta darles la forma de bola e ir colocándola sobre un molde previamente enharinado y se dejan reposar nuevamente por unos 30 minutos.
Se llevan al horno precalentado horneándolos a 200°C / 395°F hasta que queden dorados. Al sacarlos, se le unta mantequilla fundida y finalmente se le espolvorea azúcar.
¡Buen provecho!
