Ha quedado registrado en una fotografía, cómo la pandemia del Coronavirus ya llegó hasta el Amazonas, algo que, definitivamente quedará para la historia.
Resulta increíble ver esta imagen que ahora recorre el mundo, en la que una mujer indígena toma entre sus manos una mascarilla, producto de un brote de contagios por Coronavirus que, según habría llegado por la presencia de unos mineros irresponsables e ilegales que irrumpieron en la zona, quienes se presentaron a realizar una explotación de estas sagradas tierras de las tribus.
No cabe duda de que este virus es más fuerte de lo que muchos llegamos a imaginar, pues, ha llegado hasta los rincones más pequeños del mundo, sin importar tamaño, edad, condición social o raza. La manera en que se producen los contagios es la más rápida y alta.
En esta ocasión, un fotógrafo realizó un viaje por Amazonas y pudo capturar una escena en la que, una mujer indígena que tenía una mascarilla en sus manos, imagen que ha quedado como un icónico y para la historia.
Las autoridades han reportado que este brote se pudo haber incrustado en estas tribus, por la presencia de un grupo de mineros ilegales en sus tierras, quienes propagaron este mal.
Quien tomó la foto, forma parte de la agencia EPA_EFE y, había sido enviado hasta el Amazonas, como parte de una misión sanitaria, en la que incluía a un pequeño grupo de autoridades militares, periodistas y médicos, quienes se dirigieron específicamente a la aldea Surucucu, hábitat de la etnia Yanomami, en el estado Amazonas de Venezuela.
La indígena que toma con sus manos este accesorio que ya se ha puesto de “moda”, es para ella totalmente desconocido, no sabe qué es ni para qué se usa, no sabe qué es el Coronavirus, así queda en la fotografía demostrado que la incredulidad le podría salir muy cara a toda su tribu.
La misión era específicamente con el fin de llevar los insumos sanitarios suficientes a esa comunidad, además de realizar los pruebas correspondientes para descartar el virus, en vista de que se habían reportado algunos casos de contagiados.
El fotógrafo declaró para la prensa, “La puerta trasera del avión se abrió y reveló una imagen inédita para mí: el mundo de la etnia Yanomami. Me bajé e intenté hacer un registro, pero vi que no sería nada fácil, pues a las mujeres indígenas no les gustan las fotografías. Volví al avión y tomé mi lente 400mm (teleobjetivo para grandes distancias) con el fin de poder capturar las imágenes de aquellas mujeres ornamentadas con finos palos en sus rostros que parecían formar parte de su piel. La escena era de extrañeza con aquel pedazo de tejido. ¿Cómo usarlo? ¿Cómo encajarlo en el rostro junto con los aderezos culturales que perforan labios, nariz y las mejillas? No pensé más y comencé a fotografiar”.