Un fotógrafo indio, lleva unos 20 años documentando la vida de los niños excluidos en Bangladesh, ahora lo muestra en imágenes.
Este artista de la cámara, ya lleva dos décadas realizando una documentación sobre la vida de los más excluidos de la ciudad india de Bangladesh. Esto le ha sido merecedor de unos cuantos premios internacionales.
Pero, esos premios no le dieron la satisfacción que sí le dio el sacar a algunos niños de las fábricas y minas en donde estaban siendo explotados laboralmente. Ahora están estudiando y él está costeando todo.
La mayoría de los países del mundo, rechazan la explotación laboral de menores, pero, hay algunos que no. Los países que se encuentran adheridos a la ONU, tienen un fiel compromiso a castigar con todo el peso de la ley, a quienes tengan este tipo de prácticas.
Lamentablemente, a estas alturas del siglo, todavía hay quienes se atreven a cometer estos delitos, y uno de ellos es India. En Bangladesh, han aumentado increíblemente los grupos de marginados sociales, y esto lleva muchos años ya.
Estos grupos, han tenido que ingeniárselas para poder sobrevivir, sobre todo porque allí lo que impera es la explotación sexual y el abuso laboral en menores de edad. Todo esto ocurre a diario, pese a que está penado por la ley, son aproximadamente unos 4 millones de niños que sufre a diario este tipo de tratos.
Es por esta razón que, este documentalista, quiso cambiarle la vida a una pequeña parte de ellos, al ofrecerles educación. Se trata del fotógrafo GMB Akash, quien ha documentado la vida de las zonas más marginadas de su país por más de 20 años.
Se pasea con su cámara por esos sitios y fotografía a los niños trabajando sin descanso. El mismo Ankash, los inscribió en la escuela, les compró los materiales que necesitarían, cuadernos, lápices y libros.
Al ver el resultado de esa noble labor, no le quedó más remedio que ayudarlos mucho más, pues, al principio solo ayudó a dos niños, hasta que después, fue por más. Luego, quiso captar esos mismos rostros del después, en donde se puede notar una gran diferencia.
La felicidad brotando de la sonrisa de los pequeños, que ahora son libres de ese trabajo duro al que estuvieron sometidos por mucho tiempo. “Trabajar con estas personas ha fomentado un profundo interés y comprensión de la fotografía y la vida”, dijo el documentalista.