¿Sabías de aquella costumbre que tenían en la antigüedad de fotografiar a sus familiares fallecidos? A eso se le llama Memento mori.
En la era victoriana británica, las familias tenían una particular costumbre que tal vez para nosotros hoy en día, sea descabellada, pero que en el fondo tenía un particular significado.
En esa época, tomarse una fotografía era realmente un lujo y la muerte en niños era muy común. Por esta razón, se hizo muy popular fotografiar a los muertos, como un tributo y como último recuerdo de sus seres queridos, para que de esa manera pudieran seguir viéndolos.
En esas fotos, se ponía al fallecido a posar vestido, sentado o parado, con toda la familia alrededor. Los niños y bebés muertos, parecían estar dormidos y los más jóvenes posaban ligeramente inclinados.
Durante esos períodos, eran muy frecuentes las muertes de personas, sobre todo de niños menores de 5 años, por causa de las distintas epidemias que los azotaban. Enfermedades como la difteria, rubeola, sarampión, escarlatina, el tifus y el cólera, fueron acabando con muchísimas vidas.
Toda esta tendencia de fotografiar a los muertos, se inició en el 1861, luego que la reina Victoria adolorida por la muerte de su esposo, el príncipe Alberto, decidiera fotografiarlo.
A medida que fue pasando el tiempo y mientras más avanzaba la medicina, se logró dar asistencia a tiempo a las plagas epidémicas que ocasionaban la muerte en niños, jóvenes y adultos, y fue entonces cuando esa costumbre fue perdiendo fuerza.
Cada vez que moría un niño a causa de alguna de estas enfermedades, los padres decidían tomarles una fotografía, pues, consideraban que: “era la última oportunidad de tener una imagen permanente de un hijo querido”.
El nombre Memento mori significa: “recuerda que morirás” y no solo era usado en Europa, sino que también la costumbre llegó hasta Australia.
En una de las fotografías se puede observar a una niña fallecida que pareciera que se quedó dormida mientras estaba jugando con sus muñecas.