El adolescente hizo que floreciera la huerta familiar, al inventar una bomba de donde extrae agua potable.

Rodrigo Farías, es una adolescente argentino de 16 años de edad, que vive en una aldea ubicada en la provincia de Entre Ríos, Argentina. A su corta edad, estaba buscando la manera de proveer de agua potable a la huerta de su familia, que es bastante numerosa, por cierto.

Rodrigo tiene 14 hermanos y vive en un paraje junto a 30 familias más. Está cursando actualmente tercer año en la escuela rural de secundaria Nº 14 “Palmas de Yatay”, en Raíces Oeste, en el departamento Villaguay.

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Siempre ha sido muy tranquilo y sin mayores inquietudes en la vida, asistiendo desde muy pequeño a la escuela, la cual le queda a unos 4 kilómetros de donde vive, si acorta el camino entre los campos.

Al terminar sus clases, regresa a su casa, en donde ayuda a su madre con la siembra, también se encarga de regar y sacar yuyos, mientras que su padre trabaja de carpintero, haciendo mesas, sillas y butacas.

Como son una familia muy grande, desde que era pequeño, tanto él como cada uno de sus hermanos, debía colaborar con las tareas del hogar. Confiesa Rodrigo que, “Mi hermano más chiquito se encarga de dar de comer a las gallinas, Vilma, otra hermana, es la que cuida los animales y yo me encargo de la huerta, que aprendí de mi madre a quien siempre acompañaba”.

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Pero, hace unos dos años atrás, su madre perdió la vida trágicamente en un accidente de tránsito junto a uno de sus hermanos. Este lamentable hecho, le cambió la vida, pero Rodrigo supo transformar su sufrimiento por crecimiento personal. Por lo que, en homenaje a su madre y hermano difuntos, decidió cuidar siempre de la huerta. La ha mejorado y aumento la superficie para poder sembrar, trayendo chilcas del monte y las cortó prolijamente, luego cubrió el terreno. De esa manera, los animales no destruirían sus cultivos.

A pesar de ello, debía también cubrir la carencia de agua dulce, pues, la que tenían, no servía para sus fines agronómicos. Fue entonces, cuando puso manos a la obra y con una pala, comenzó a cavar para hacer un pozo de unos seis metros de profundidad. Hasta que lo logró, encontró agua dulce, para su dicha y la de su familia.

Entonces colocó una cañería de 110 cm y adentro colocó una más fina, les puso una cuerda y ató unas gomitas cada 50 cm. En la superficie, creó un sistema de bombeo manual con una pole y una rueda de bicicleta que se encontró. Hizo la prueba pertinente y le dio los resultados que esperaba, estaba funcionando. Estaba muy alegre y emocionado, ayudó a su familia, al huerto y rindió homenaje a su madre y hermano.