La contaminación en las playas de Bali, inspiró a Kevin Kumala para crear bolsas de yuca que sirven de alimento a los peces.

El mundo está mal, y no solo lo decimos por los desastres naturales que se han visto en los últimos años y por la pandemia, también nos referimos a la gran cantidad de contaminación ambiental que hay.

Es que, esta fue la mayor preocupación de Kevin Kumala, quien al volver a su ciudad natal, Bali, después de diez años de ausencia, se percató de que sus playas estaban llenas de basura.

Kevin, en su profunda angustia, puso su mente a trabajar para pensar bien, en qué podía hacer para luchar contra ello. Lamentablemente, la mayor parte de la contaminación está presente en las aguas, en las que, terminan gran parte de los desechos de fábricas y basura.

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La fauna acuática es la que paga las consecuencias, cientos de peces y tortugas terminan ahogados con bolsas plásticas y otros desechos tóxicos. Aproximadamente más de 70% de la Tierra es agua y, por ende, debemos hacer lo posible por cuidarla.

Es por ello que, el joven emprendedor indonesio Kevin Kumala, pensó seriamente en crear una innovación que permita reducir un poco la imperante contaminación de los océanos. Kevin nació en Bali, Indonesia, pero pasó unos diez años viviendo en los Estados Unidos. Ahora ha vuelto y no piensa dejar que la basura acabe los sus playas.

Por ello, como biólogo, comenzó con un proyecto de producción de bolsas biodegradables elaboradas a base de yuca. Estas pueden servir como alimento para los peces, por lo que, no ocasionan daño alguno.

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El objetivo del emprendedor es buscar la manera de que la gente use menos cantidad de plástico y que puedan crearse un buen hábito de reciclaje. Utilizó entonces la yuca, por ser un tubérculo muy similar al camote y a la papa. La planta es muy abundante en Indonesia, teniendo cultivos de más de 25 millones de toneladas.

Para crear las bolsas, Kumala usó el almidón de la yuca y realizó el mismo procedimiento que se hace en la fabricación de las bolsas de plástico. Hasta el momento, el precio de las bolsas es de cinco céntimos de dólar y, aunque son más costosas que las de plástico, vale la pena para salvar el planeta.