Aunque la esposa de este hombre no pueda ver las flores que plantó para ella, si le encanta olerlas.

Los esposos Kuroki, se unieron en matrimonio en el año 1956, pero, lamentablemente, cuando ya tenían 30 años de casados, la señora Yasuko perdió la vista.

Ambos viven en Shintomi-cho, Koyu-gun, el cual pertenece a la prefectura de Miyazaki en Japón. Allí está situada su residencia, una propiedad privada con un amplio y extenso jardín ce unos 1983 metros cuadrados. Éste, se encuentra repleto de flox musgo o musgo phlox, plantas en las que frotan unas hermosas flores rosadas y que suelen encontrarse en zonas alpinas, así como también en bosques y praderas.

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Tanto Toshiyuki como Yasuko, se dedican a producir leche desde el año en que se casaron. Tuvieron dos hijos y, sus vidas eran bastante difíciles por todo el esfuerzo que debían hacer, era el precio que pagarían por su estilo de vida. Siempre soñaron viajar por Japón, de hecho hasta se hicieron una promesa: “Si ahorras dinero y renuncias a tu trabajo, vayamos juntos a un viaje por Japón”.

El apoyo mutuo que ambos tenían como pareja para lograr su meta, era realmente admirable, pero, un mal día, sus vidas cambiarían para siempre, dando un giro triste e inesperado. Resulta que, cuando ya tenían 30 años de matrimonio, su esposa Kuroki, quien tenía 52 años en ese momento, comenzó a padecer de unos malestares en sus ojos.

Su esposo Toshiyuki, la llevó de inmediato al oftalmólogo, quien determinó que los malestares eran consecuencia de la diabetes que padecía. Al pasar poco tiempo, ya la señora Kuroki había perdido la vista sin ningún remedio.

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Desde ese momento, la señora se deprimió y siempre permanecía encerrada en casa, dijo que  “Quiero ir al otro mundo…”, pues, su vida se había complicado y ya no podría irse de viaje con su esposo como lo habían planeado.

Por su parte, Toshiyuki, también se sentía triste de que su esposa pasara por esa situación, hasta que, un buen día, caminando se encontró con una hermosa flox musgo en el jardín, por lo que, enseguida se le ocurrió una maravillosa y tierna idea: “Incluso si no puedes ver, puedes oler las flores. Y si tienes un hermoso jardín de flores en casa, ¡mucha gente puede venir!”, dijo el romántico esposo.

Fue entonces cuando empezó a plantar las flores en su jardín cada día. Desde entonces, por 10 años, este terreno colorido ha ido creciendo y cientos de personas los visitan. Por otro lado, la señora Yasuko ha vuelto a la vida y ahora sonríe, paseando entre sus flores y siento su agradable aroma, mientras conversa con los visitantes.